Calor y retención de líquidos

¡Ay, el verano! La época más esperada del año para disfrutar del sol, el calor, las terracitas, el relax y sobre todo poder oír esa frase tan anhelada por los del norte, que dice: hace tan buena noche que se puede estar en la calle sin chaqueta.
Pero no es oro todo lo que reluce: yo adoro el verano hasta que empiezo a notar las piernas pesadas, cansancio general, mis zapatos que parecen haber encogido varios números y un estado generalizado de hinchazón que me hace pensar que a mi cuerpo le han insuflado gas como si de un globo aerostático se tratara.
Retención de líquidos
Si retenemos líquidos, lo primero que hay que hacer es saber la causa, puesto que puede tener un origen metabólico el cual debe consultarse con un especialista. No obstante, en la mayoría de los casos es un efecto secundario del estrés, la mala circulación, una incorrecta alimentación, el calor y la humedad… pero ¡que no cunda el pánico! para evitarlo podemos seguir unos pasos muy sencillos:
- Bebe mucha agua. Parecería lógico pensar que si retenemos líquidos, lo mejor sería no beber en demasía. Pues es al contrario, cuanto menos bebamos, más tenderá el cuerpo a “guardar” como reserva.
- Evita la sal – ayudante predilecta de la retención de líquidos – pero no sólo en la de mesa sino vigila también muchos alimentos salados como los embutidos, snacks, frutos secos salados…
- Haz ejercicio. Dale un poquito de caña a tu sistema linfático para que empiece a drenar los fluidos de tus tejidos y elimine toxinas.
- Toma zumos e infusiones diuréticas, que contengan por ejemplo apio, pepino, diente de león, ortiga verde, cola de caballo…
- Date un buen masaje drenante (o mejor, que te lo den) para mejorar la circulación usando aceites esenciales como el de geranio o el de árnica.
- Y si el bolsillo te lo permite, regálate alguna sesión de presoterapia.
Son pequeños trucos que te harán sentirte mejor, que tu cuerpo esté más ligero y con energía para comerte el verano y ya puestos… ¡el mundo!
Bon appetit!