El click

Hace un tiempo oí un click. Como os lo cuento, un “click!”.
Al principio me extrañó porque no tenía muy claro de dónde venía y además al poco tiempo empecé a notar cambios, estaba distinta. Veía las cosas desde otra perspectiva, me sentía más ágil, llena de energía, con más fuerza… ¡Dios mío! ¿Qué había sido ese click? ¿el sonido de la picadura de la araña? ¿la llamada del destino para luchar contra las fuerzas del mal? quizás me estuviese convirtiendo en una heroína… pero no, resultó ser mejor que eso: fue el sonido que hicieron las piezas de mi cabeza al encajar definitivamente.
No me enorgullezco al decir que antes de la treintena he acumulado experiencias de estrés, ansiedad, insomnio… además de un SOP que venía de serie y que resulta ser de todo menos una ayuda. Igual a vosotros – como a mí – os pasa que sin ser conscientes de ello, el ritmo de vida actual nos pasa factura de un modo u otro. Harta de lidiar con ello, me planteé que era un buen momento para tomar medidas.
Los que me conocen saben que soy una persona que necesita entender el por qué de las cosas, así que me puse a analizar más en detalle la situación y el entorno y rápidamente empecé a atar cabos: por muy diversas que fueran las consecuencias, todas parecían tener un mismo origen.
Si os paráis a pensar, cada vez más habitual oír un “soy intolerante a la lactosa” o ” he descubierto que soy celíaco“, además de otras alergias alimenticias y sin mencionar claro, los alarmantes casos de obesidad que derivan en una diabetes por una mala nutrición. Todo está conectado.
Se sabe que algunos alimentos pueden desencadenar o agudizar trastornos como el asma, el síndrome de fatiga crónica, la depresión, la ansiedad, los trastornos digestivos crónicos, el dolor de cabeza, en incluso infecciones de oído y epilepsia en niños.
A diferencia de las reacciones alérgicas clásicas que adoptan medidas inmediatas para librarse de lo que el cuerpo considera una “amenaza”, las intolerancias o sensibilidades alimentarias se distinguen en que las reacciones no se producen inmediatamente y por ello, no son detectadas en las pruebas de alergia ordinarias.
Los alimentos que provocan con mayor frecuencia trastornos crónicos son los lácteos, el trigo, el maíz, la cafeína, la levadura y los cítricos, pero también afectan a nuestra salud los alimentos procesados y refinados y los aditivos y conservantes.
Por tanto, estos trastornos están directamente relacionados con el sistema digestivo, pero a su vez con el sistema inmunitario el cual es necesario reforzar con ejercicio diario y actividades para reducir el estrés y mejorar la inmunidad.
Mi click! me hizo darme cuenta de la importancia, la coherencia y el sentido que tiene cimentar unos hábitos saludables sobre los pilares de la buena alimentación y el ejercicio y como no, invito a todas las mentes curiosas a que lo indaguen por sí mismas tanto de manera teórica como práctica.
Veréis como enseguida encajan las piezas del puzzle.
[…] los pocos meses sonó el Click en mi cabeza (para quien no se acuerde, dejo aquí el link) y ya no he podido abandonar […]